Por: Amaro Rodríguez S.
Cuando estamos despegando alentados por la reactivación económica, pese a tropezones generados por conflictos sociales, el cierra del acceso a las playas afecta al público entusiasmado de disfrutar el clima veraniego en las playas de nuestro litoral. Este hecho daña seriamente el ritmo de la reactivación económica emprendida en nuestra patria, para recuperarnos de la pandemia, que nos arrebató más de 200 mil vidas.
No es difícil tener una idea sobre las grandes pérdidas económicas en el este verano, cuando nos encontramos en pleno proceso de reactivación, frenada por una medida gubernamental destinada a contener el contagio con el Covid-19, agravada por la variante Omicron altamente contagiosa, porque con una población enferma tampoco es posible la reactivación, tardaría más hacerlo, mientras recuperan la salud los pacientes.
Decenas de miles de trabajadores que viven el día a día, son los más perjudicados por la falta de un puesto de trabajo, que se generan en las temporadas de verano, para prestar servicios, en la comercialización de productos y preparación de alimentos. El proyecto de trabajar en las playas queda frustrado y resiente más el impulso a la reactivación económica.
Esperemos con confianza y optimismo que esta medida de cerrar las playas, pudiera levantarse en el menor tiempo y devolver la tranquilidad a la clase laboral que se gana el pan de cada día con mucho trabajo y honestidad, expuestos siempre a la delincuencia en sus diferentes facetas, por falta de leyes preventivas y sanciones para delitos, obligación de los congresistas, pese a que cada uno cuenta con unos 20 asesores, pero es demasiado poco lo que hacen por la patria y por lo que ganan y malgastan.