Por: Dante Hernández Prieto*
Antropólogo Social
Hablando hace algún tiempo con un amigo y colega, él comentaba sobre este nuevo gabinete “… es un gabinete más político”, haciendo un claro quiebre con el gabinete anterior que fue sin duda “un gabinete ideológico”. Pero lo político no es ajeno a lo ideológico y viceversa, lo que también queda claro es que el gabinete anterior era un gabinete de choque, confrontacional; tal vez porque el nuevo Gobierno sabía la tormenta política en la que se estaba metiendo al enarbolar los cambios que los ‘más media’ y ‘poderes facticos’ no desean que se lleguen a concretar.
El Gobierno necesitaba de un gabinete con personajes con las características de Bellido como de otros ministros que generaron mucho ruido político, pero que cumplieron una función, no solo al externo sino también al interno del Ejecutivo. Por tanto, como era de esperarse, las actitudes y declaraciones provocadoras del entonces jefe del Consejo de Ministros, generaron el inmediato pedido de su salida.
Cabe preguntarse si el Gobierno podría haber hecho los cambios a los 100 días de su mandato. Me parece que no, aguantó los mismos, tanto como pudo, hasta encontrar un equilibrio de poder al interno, frente a los roces que se venían dando a través de algunas declaraciones tanto de Bellido como de Vladimir Cerrón, así llegaron los cambios.
La asunción de Mirtha Vásquez como primer ministra debería haber abierto una nueva etapa de diálogo entre los poderes del Estado (Ejecutivo – Legislativo), un diálogo “más político” y menos “ideologizado”, pero como el tema no es buscar el diálogo, sino la intransigencia de tumbarse al Gobierno de izquierda elegido democráticamente, nuevamente se crearon dudas sobre el gabinete, incluida la “… rojete” de su presidenta, adjetivos que vienen recordemos desde la campaña electoral. “…rojos, terrucos, comunistas, caviar” etc., esos son los discursos de los voceros de la derecha que están asustados con un Gobierno que quiere hacer cambios en el status quo. No importa que haya sido elegido democráticamente, porque para ellos la izquierda es un “souvenir” para que participe cada cuatro años en las elecciones, pero como buenos “demócratas precarios” intentaron por todos los medios desconocer los resultados electorales, y tal como sucedió en Chile en 1973, acosan al Gobierno con el objetivo de que no cumpla lo ofrecido en la campaña, porque ¿cómo es posible que la izquierda a través de un pequeño partido periférico ose tal cosa?, cuando los grandes nunca cumplieron sus agendas de campaña y solo fueron vehículos o vientres de alquiler para llegar al poder, por eso los poderes facticos quieren partidos políticos débiles que callen ante el que gobierna como sucedió con el APRA lamentablemente.
Los medios de comunicación por su parte dejaron atrás el discurso de la “bala de plata” y encontraron en la muerte de Guzmán un nuevo punto de ataque al Gobierno, a través de entrevistas y opiniones de cómo se debería manejar este hecho, haciendo un circo mediático alrededor del mismo, recordando lo vivido en la época del terrorismo pero ninguno dijo nada sobre las conclusiones de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) para entender lo ocurrido y así cerrar viejas heridas y poder empezar a abrazarnos como un solo país.
No, solo somos capaces de levantar la costra que la cubre y echarle sal para sentir un dolor permanente, utilitario a ciertos intereses y nuevamente enterramos la cabeza en un hueco como el avestruz, y no queremos reflexionar sobre los hechos y a partir de ahí construir un Perú más justo y mejor; solo nos basta un mea culpa de algunos congresistas en determinados momentos. Es por eso que, así como en 1980, la irrupción de la lucha armada nos tomó con los pantalones abajo pese a los informes de inteligencia de la época. Hoy, 41 años después la muerte de Guzmán nos vuelve a tomar desprevenidos y cada quien se mandó por su lado con opiniones de toda índole, incluso acusaron al Gobierno de haber liberado a escondidas al cabecilla terrorista, cuando lo concreto es que los anteriores Gobiernos de derecha nunca se preocuparon de la inevitabilidad de la muerte de Guzmán en la cárcel, a pesar del tiempo transcurrido, su avanzada edad y males que lo aquejaban. Sin embargo, el Gobierno fue cauto y no cayó en el juego el manejo del tema por los ministros de Justicia y del Interior fue impecable.
La estrategia es clara, cual juego del calamar, existe un constante ataque y defensa frente a quienes buscan seguir socavando el Gobierno del presidente Pedro Castillo y pisarle la cabeza para que no cumpla su plan de gobierno, por eso también en los programas de entrevistas se busca generar opiniones discordantes entre los militantes y ministros para machacar el tema de la inestabilidad política y desgobierno, cual candeleros de colegio que solo azuzaban la discordia.
Mientras tanto, en las calles el grupo llamado “La Resistencia” ataca y vocifera insultos a diestra y siniestra a figuras y exautoridades que no piensan como ellos, sin que hasta el momento la autoridad competente haga algo para evitarlo, tal cual pasaba con el grupo Patria y Libertad en Chile.
“No saben lo que piden” decía el arzobispo de Lima, Carlos Castillo, en la misa el 17 de octubre donde estuvo el presidente de la República, su gabinete y otras autoridades, tal vez refiriéndose a las voces que hablan de vacancia presidencial. No lo sé, lo que sí es verdad es la frase: ¡Las bases del poder es el servicio a los más pobres!
¿Quedarán en pie los atacantes o los defensores? eso aún está por definirse.
*Dante Hernández Prieto, Antropólogo social. Investigador del centro de investigaciones sociales