Repensando la dinámica urbana para resistir pandemia

Por: José Espinola
Casi todas las personas saben que esta crisis sanitaria provocada por el COVID – 19 pasará, quizá demore medio año más, pero pasará. No es el fin del mundo. Pero si es el principio de una gran crisis económica y social. Tenemos que prepararnos para lo que viene. Para ello es necesario mejorar las estrategias que regulan el comportamiento individual y colectivo, enfatizando las acciones a favor de la gente que más sufre la crisis.
De otro lado, es bastante claro que toda estrategia orientada a la prevención y control de la pandemia será más efectiva si incluimos el enfoque socio cultural. Por ello, los decisores públicos deben buscar respuestas en los profesionales en comportamiento humano, convergiendo las propuestas de este sector con las recomendaciones del MINSA. Los científicos sociales, desde múltiples frentes, vienen coincidiendo en que es necesario “repensar la dinámica urbana para replantear el uso de los espacios públicos propiciando escenarios de expresión cultural y dinámica económica, sin aglomeración de personas”. El grupo temático de las ciencias sociales recientemente convocado por el Gobierno de turno subraya este planteamiento en una publicación reciente.
En este contexto que viene al caso hablar de los trabajadores informales. Pues ellos, han sido y serán, por un largo tiempo, la principal vía de los sectores populares para conseguir ingresos y sobrevivir, resistiendo a la Pandemia. De ahí la importancia de atenderlos. Es necesario “repensar la dinámica urbana” incluyendo a este sector en ese proceso. Hacer que ellos adopten protocolos sanitarios y puedan adaptarse a las nuevas formas de trabajo.
Una herramienta de gestión social que puede ser muy útil para lograr incluirlos en ese proceso de cambio es la instalación de “Mesas temáticas productivas y comerciales”.  Esta herramienta permite el diálogo y compromiso. Y se puede implementar desde los gobiernos locales de nivel regional y municipal. Ellos cuentan con Gerencias de Desarrollo Económico (GDE), lugar que debe liderar el proceso de cambio. Para lograrlo tienen que actuar empezando por empadronar y organizar a los ambulantes y lo negocios (formales e informales). Luego, definir una agenda de temas en torno al cual se fomente el diálogo y los compromisos.
Si no se incluye a los trabajadores informales en la búsqueda de las soluciones será más difícil de gestionarlos. Ellos no se quedarán en casa por decreto o por las amenazas de multas. Ellos le temen poco al Estado. La mejor forma de gestionarlos es la entrega negociada de beneficios o incentivos. Si el dialogo organizado se establece, muchas cosas pueden cambiar.
Las mesas temáticas productivas y comerciales no es una creación nueva, tiene mucho tiempo aplicándose con relativo éxito en zonas rurales. Por desconocimiento, muy pocas veces se han aplicado en zonas urbanas.  Pero si planteamos en prospectiva el escenario que viene, y se echa mano de esta herramienta será más efectivo sostener propuestas que ayuden a las economías locales a mantenerse activas, generando empleo y reduciendo el riesgo de contagio y propagación del COVID – 19. Diversas iniciativas pueden florecer en estos espacios.
Desde luego que no será un esfuerzo sencillo, pero en municipalidades como la de La Victoria y Lima ya vienen teniendo algunos resultados importantísimos por ese camino. Ellos han aprobado ordenanzas para regular a los ambulantes y con ellos dan autorización, delimitan zonas rígidas, detallan los tipos de trabajos que pueden darse e inclusive brindan capacitaciones. Son experiencias que es preciso recoger. Y como esas hay muchas más.
Junto a la propuesta planteada se debe fortalecer espacios de sobrevivencia y participación ciudadana, como comedores populares y juntas vecinales, como ya lo hemos venido sosteniendo en otros escritos. Sumado a ello, se debe implementar capacitaciones básicas en logística, comercio electrónico y administración para ayudarlos a que los informales se adapten con rapidez a la nueva realidad.
En suma, el momento nos obliga a pensar propuestas que combinen seguridad sanitaria y oportunidad para saciar, por lo menos, las necesidades básicas de las familias más vulnerables.
(Escrito por José Espinola, Tacna 13 de mayo del 2020)

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