Por: Amaro Rodríguez S.
El funcionamiento de comedores populares muy bien supervisados, demostraron ser una de las mejores alternativas para hacer llegar la necesaria alimentación a las familias más vulnerables, arrastrando históricamente las populares “ollas comunes” que ofrecían alimentación a los trabajadores voluntarios, durante la ejecución de obras comunales en los pueblos durante las faenas cívicas llamada “Minga”
Hoy no desarrollamos obras físicas con mingas, pero se cumple una mejor política social al fortalecer los comedores populares y los alcaldes de las municipalidades pueden decidir con actos de solidaridad subvencionar el funcionamiento de las populares ollas comunes como lo hace la municipalidad distrital de La Esperanza, al implementar 11 ollas comunes, para atender con alimentación gratuita en a cientos de familias que viven en zozobra por no saber cómo conseguir un pan para llevarse a la boca y saciar el hambre de sus hijos.
El factor hambre fue decisivo para ir fracturando la cuarentena y son especialmente las mujeres, madres de familia quienes ni siquiera pueden conciliar el sueño pensando qué van a comer sus hijos el día de mañana , cuando esas familias no dispones de dinero para comprar los más vital, a causa de la falta de puestos de trabajo, agudizado por la pandemia del Covid-19, al saber que nuestra región La Libertad en las últimas 24 horas, registró 688 nuevos casos positivos y 41 muertes.
La política social del alcalde de La Esperanza Martin Namay es muy oportuna al entregar t equipos de cocina y alimentos para que funcionen 11 nuevas ollas comunes en La Esperanza y todos los esfuerzos para alimentar a los más pobres, o adquirir equipo, o medicinas para enfrentar a la pandemia, como lo hace el alcalde de El Porvenir Víctor Rebaza Benites para instalar una planta de oxígeno y salvar vidas, es lo mas loable.
Solo se requiere voluntad de trabajo, honestidad en el manejo de los recursos para fortalecer los programas sociales, como ejemplo tenemos a la municipalidad provincial de Trujillo cuando fue gerente de los programas sociales Tania Baca Romero con un trabajo que empezaba en supervisión las cuatro de la mañana, las MPT ocupó entre las 1,674 municipalidades del Perú el 2° lugar por el buen manejo, durante años consecutivos.