Cuando un asno mañoso con carga se tira al suelo lo levantan a palos
Por: Amaro Rodríguez S.
En el ambiente campesino donde participé cuando era niño, aún no asistía a una escuela en Poroto, durante la cosecha de yuca sembradas en chacras de propiedad de mi padre, en el distrito de Poroto, para transportar dos sacos de yuca en cada asno, se cuidaba los burros no estuvieran parados demasiado tiempo, porque “burro parado, no gana flete”, decían los campesinos.
Efectivamente por tratarse de asnos alquilados a sus propietarios, esos burros no deberían estar parados sin trabajar, porque un “burro parado no gana flete”, hoy me hace relacionar este hecho de antaño, guardando las distancias y similitudes con nuestros congresistas. Ministros y altos funcionarios que deberían estar produciendo a favor de la nación, porque de lo contrario no deben ganar flete (sueldo) por servicios que no prestan.
Entre más de una docena de burros que trasladaban yuca a la fábrica para rayarla y convertirlo en almidón, destinado a la exportación a Gran Bretaña donde lo utilizaba la industria textil, había algunos jumentos mañosos, que se hacían los enfermos para no trabajar y se tiraban al suelo con sus dos sacos de yuca.
Por experiencia de campesinos, a robustos burros echados con su carga, se les aplicaba el remedio para curarlos, los campesinos decían “a burro caído, palo con él” y tras recibir algunos palos, los jumentos ágilmente se levantaban y continuaban llevando su carga. Digo yo, ¿no podríamos legislar un mecanismo para despertar a los haraganes, mafiosos, vividores de la pobreza, para que ágilmente trabajen y justifiquen sus sueldos que reciben?
Estos recuerdos uno anecdótico para mí durante las faenas agrícola, a las que me gustaba participar, me daban alegría seguir la piara de asnos hasta la fábrica de almidón y retornar montado en uno de ellos. Un día montado sobre un burro retornaba a la chacra para que continúen llevando la carga, los burros disminuían el paso y lentamente caminaban.
En esos momentos sentí un fuerte calor al lado derecho de mi cara, volteé y miré las muelas de un burro, el calor era resuello del burro que había montado sobre el burro que me trasportaba, me lancé a la tierra movida por el lado izquierdo, Resultó que había montado una burra, esa experiencia motivó que ya no acompañara a los burros con carga. De esto no le conté a mi mamá.