La paz a la fuerza, genera más resentimiento

Por: José Espinola
Antropólogo

Han pasado varios días desde que asumió el poder Dina Boluarte. Los políticos apostados en el Congreso de la república ya no hablan de vacancia. La prensa tradicional tampoco. Siguen renunciando ministros, pero ya no es un escándalo cada cambio, como antes lo era. La mayoría ha recibido con algarabía la fiesta navideña, comprando, regalando, compartiendo, disfrutando. ¿Y qué fue del país en zozobra por las continuas manifestaciones ciudadanas? ¿Ha desaparecido el malestar popular? No lo creo.

Solo para los perpetradores las muertes ocurridas en el sur del país no son nada. Para la mayoría de peruanos, fue una escandalosa matanza de peruanos contra peruanos por orden de los poderes establecidos y consagrados en el actual gobierno peruano. Parece increíble, pero luego de 200 años de independencia republicana, sigamos viendo gente con uniforme y armas golpear y matar a gente pobre y con hambre, para consagrar un gobierno capturado por gente rica, sin uniforme ni hambre.

Yo no estoy del lado de la izquierda, ni de la derecha mercantilista y/o conservadora. Soy un liberal más que defiende la vida y la libertad. La libertad implica respetar la propiedad privada, pero hacerla respetar no debe implicar la muerte. Cuando el reclamo es justo, nada condena las acciones. Los manifestantes no vinieron ni reclamaron muerte. Ellos lo padecieron.

¿Qué democracia e igualdad ciudadana tenemos si quien piensa distinto es saboteado con infiltrados que distorsionan el sentido de su protesta? ¿Cómo podemos estar contentos los peruanos si, luego de la caída de Castillo, venimos siendo testigos que estamos volviendo a lo mismo? Hasta hace poco, era permitido y azuzado la rebelión contra el “gobierno comunista de Castillo”. Hoy se invoca a la paz y la construcción social. ¿Por qué tendríamos que estar de acuerdo con el nuevo orden si las cosas no están mejor?

Basta ver que el actual gobierno también está nombrando ministros cuestionados, pero ahí la prensa tradicional no cuestiona ni hace escándalo. Los congresistas siguen promulgando leyes para afianzar los poderes establecidos y debilitar cualquier intento de cambio. Ya van cambiando más de 45 artículos de la constitución. Y no pasa nada. La presan tradicional está a punto de recibir grandes sumas de dinero a cambio de iniciar ingentes campañas del Estado.

Ha dicho el Sinecio López: “EL golpe del Congreso ha dado origen a un gobierno autoritario en el que quien funge de presidente es títere de la ultra derecha y los poderes fácticos…” (Diario La República: diciembre 2022). No queda más que coincidir con este destacado sociólogo san marquino.

Considerando lo ya dicho, pienso que el resentimiento social no ha desaparecido. Está allí esperando ser expulsado. Esperando darle la contra al sistema. Y la paz no llegará, pues la paz no se impone, se construye. Y con el establecimiento de todo lo que viene pasando, no estamos yendo en camino a la paz y la reconciliación nacional. Al contrario, se viene estimulando suficientemente acciones radicales contra el orden establecido.

No podemos ser indiferentes a las muertes de los hermanos del sur. Decir que ellos no importan es decir que ellos no son igual que uno. Y eso no es cierto. Los defensores de la libertad y la vida debemos comprender que todas las vidas valen. Que todas las voces importan. Que la propiedad privada y la creación de riqueza importan eso sí, pero su defensa no debe implicar la opresión y muerte de quien padecen la propiedad privada y la riqueza de unos cuantos que se aprovechan de su poder económico y las armas para perpetuar sus privilegios.

El poder, cuando es más grande, menos escucha. Los hermanos que protestan lo saben. Y posiblemente, sin haber leído a Erich From, coinciden con lo que este dijo alguna vez: “Todo acto de desobediencia genera nuevas condiciones de libertad “. Por tanto, si la lucha es el camino para quienes padecen el orden actual, harán que sea su único camino.

A todos los ciudadanos nos toca definir posturas. O estamos del lado de la represión, el miedo, la muerte y el fortalecimiento de los poderes políticos y económicos establecidos. O apoyamos a quienes están combatiéndolos.  O perdemos el miedo, o seguimos en lo mismo. Elijamos y actuemos. Pero basta de matarnos y oprimirnos entre peruanos.

 

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