Por: Gustavo Benites Jara
Toda la derecha desea y busca desesperadamente por todos los medios posibles vacar a Pedro Castillo. O renunciarlo, si cabe la palabra. Frente a ello, nos preguntamos: ¿por qué persiste en hacerlo?
Si Pedro Castillo ya se derechizó totalmente, sin recuperación posible, ¿por qué la cavernaria derecha continúa en su esperpéntica exigencia de la renuncia presidencial?
Tal vez la respuesta sea que Castillo sigue representando un latente y real peligro para esa derecha grotesca y nauseabunda de nuestro país. Cualquier otra razón es solo un pretexto que busca encubrir el esencial motivo de tanto odio y tanta desquiciada desesperación de los golpistas encaramados en el parlamento y los vomitivos intentos de los medios de comunicación ya conocidos por la población.
Para la derecha el gobierno de Pedro Castillo no es confiable. Sigue considerándolo comunista, senderista o terrorista. Hasta Vargas Llosa lo ha calificado como tal hace poco, lo cual evidencia que para los desquiciados neoliberales el profesor no es seguro para sus nefastos intereses y es necesario extirpar de raíz cualquier intento, afán o devaneo en favor del pueblo. En otras palabras, quieren liquidar históricamente la presencia de la izquierda en el país y el pretexto perfecto es el gobernante chotano a causa de sus patéticos errores y limitaciones.
Es bueno recordar que, en otro momento de la historia, el capitalista Keynes fue considerado totalitario, poniéndolo junto a Hitler y Stalin, porque su propuesta de un estado de bienestar, promotor del empleo y de la demanda, era inaceptable para el retrógrado coro encabezado por Friedrich Hayek.
Si tal reacción de los neoliberales frente a Jhon Maynard Keynes fue posible, no es de extrañar el feroz ensañamiento contra el actual presidente, quien debe continuar gobernando por lo que su presencia significa y el triunfo histórico que representa. Retornando, claro está, al fiel cumplimiento de sus promesas electorales, la principal de ellas: el cambio de la actual Constitución.