La emotiva despedida de Endrick me recordó la tesis de Eduardo Galeano en su libro «Las Venas Abiertas de América Latina», un diagnóstico válido para entender el fútbol globalizado actual.
En 1971, Galeano escribió sobre América Latina como una región de «venas abiertas», donde todo se ha convertido en capital europeo o norteamericano, acumulándose en centros de poder lejanos. Aunque no incluyó a los futbolistas en su análisis, hoy en día son la metáfora perfecta de esta tesis.
El fútbol sudamericano es un ejemplo claro de saqueo de talentos, donde los ídolos son despedidos cuando apenas son jóvenes, después de disfrutarlos brevemente. Nos queda un sentimiento maternal, deseándoles lo mejor a la distancia, hasta que regresan años después, ya envejecidos y con cicatrices de su paso por latitudes ajenas. Y es tanto el amor que les tenemos, que los jubilamos con el éxtasis de lo que pudo haber sido. Nos contentamos con sus restos; con lo que queda.
La física cuántica habla de universos paralelos. Imaginemos uno donde América Latina no pierde sus talentos y estos logran carreras legendarias sin emigrar. En ese universo, Luis Díaz, Julián Alvarez y Darwin Núñez se jubilan con Junior, River Plate y Peñarol, respectivamente, después de ganar todo en Sudamérica. En ese universo, Leonardo Zabala, Endrick y Marcelino Núñez nunca emigran a Europa: sus hinchas los ven nacer, crecer y morir en sus clubes respectivos. Nunca disfrutarlos.
Pero la realidad es otra. Somos América Latina, el continente de las venas abiertas, al servicio de los centros de poder. Disfrutamos del fútbol globalizado, pero no podemos negar la realidad. Detrás de la emotividad de la despedida de Endrick hay un monumento al fútbol moderno, con sus luces y sombras. No digo que todo sea malo. Hay algo muy sabroso también en ese fútbol de excesos que tanto nos gusta. ¿Cómo lo vamos a negar? ¿A quién no le gusta la Premier League o la Champions con su derroche financiero infinito?
Pero no nos digamos mentiras. Somos lo que somos y Eduardo Galeano ya lo había diagnosticado muy bien en 1971. Un argumento – que desde el fútbol – es más vigente que nunca: «Es América Latina, la región de las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Todo: la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos». Y los futbolistas también, maestro.