Denigrando al profesor

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Por: Miguel Pachas Almeyda

En momento en que los peruanos buscamos elegir a un presidente que regirá los destinos de nuestro país, el valor del profesor está cayendo estrepitosamente. Eso está pasando con la figura del profesor Pedro Castillo, actual candidato presidencial, quien ha sido calificado por muchas personas como un completo “ignorante”, además de “terrorista”.

Entonces, me pregunto: ¿Tan insignificante es actualmente el profesor en el Perú? ¿Por qué esta degradación se acentúa cuando se trata de un profesor de provincia? ¿Será que quienes lo humillan han tenido la suerte de tener un profesor de nivel extraordinario en una escuela particular? Por supuesto, no estamos para defender lo indefendible, pues Castillo ha cometido algunos errores al no expresar correctamente sus ideas, pero nada justifica la denigración en contra de un profesor peruano. Lo más triste es que muchas veces son docentes los que arrojan por los suelos el prestigio del profesor, en lugar de rescatar y valorar el hecho de que sea un maestro quien está a punto de asumir la presidencia de la República en pleno Bicentenario.

El profesor Castillo no será un gran orador, ni un experto en cuestiones políticas, sociales y económicas, pero tiene algo que lo distingue de su contrincante político: el objetivo supremo de cambiar este sistema neoliberal, e implantar una verdadera democracia en el Perú. En este sentido, buscará que las grandes empresas paguen los tributos que realmente corresponde, y que se termine el negociado de la salud y la educación; en otras palabras, buscará fortalecer la labor del Estado en beneficio de todos los peruanos, y no solamente para un grupo privilegiado. He aquí el temor de los que defienden sus intereses particulares y no los de la nación, y engañan a la gente diciendo que defienden la “democracia y la libertad”, porque está siendo “amenazada” por una “sombra comunista”. Sinceramente, el “cuco” del comunismo ya no funciona, y que el voto a favor de Castillo ya está decidido.

Finalmente, confieso que me alegra que sea un profesor el que tenga la responsabilidad de cambiar el rumbo de nuestra historia.

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