Por: Amaro Rodríguez S.
La mayoría de congresistas en abierta labor obstruccionista y de blindaje a la corrupción contra el Ejecutivo, con un alto costo económico condujeron a un harakiri con el cierre del Congreso, facilitó investigaciones para identificar y desnudar a presuntos grandes capos de mafias corruptas de cuello y corbata, que frenaron el desarrollo en los sectores más vulnerables.
Tenemos que admitir que el enfrentamiento de poderes y el accionar de las mafias paralizaron el crecimiento macroeconómico de nuestro Perú, a expensas del los sectores más empobrecidos en los dos años que culminó con el cierre del Congreso en el 2019, y la población celebró la disolución del Congreso por parte del Presidente Martín Vizcarra Cornejo.
La activa presencia de arietes en el Ministerio Público y en el Poder Judicial, permitió identificar y empezar desnudar de todo el maquillaje a presuntos inocentes y buenos ciudadanos, para identificar a los autores de delitos entre Presidentes de la República, Primeros Ministros, Ministros de Estado, parlamentarios y altos magistrados del Poder Judicial y Ministerio Público. Esos arietes que buscan una real justicia, son pocos, pero son, como escribió el vate César Vallejo
Los grandes delincuentes intocables en el antaño por el poder del vil dinero para comprar la justicia, ahora casi incrédulos ante un nuevo amanecer justiciero, escuchan lo que les habla sus conciencias, de haber convivido con el delito en su afán de usufructuar fácilmente con los recursos del Estado para enriquecerse, pero hoy se encuentran al borde de hoteles del INPE.
Cada vez nos damos cuenta de la urgencia de leyes específicas para juzgar a ladrones de alto vuelo, quienes utilizaron su poder económico para encontrar dóciles cómplices carroñeros y a todos ellos juzgarlos como traidores a la patria mediante un juicio sumario, que culmine con su encarcelamiento, confiscación de todos sus bienes y las de sus testaferros y dentro de los penales del INPE, trabajen para el pago de hospedaje y alimentación.