Por: Amaro Rodríguez S.
El pueblo peruano participa en escenario nacional de una trágica realidad después de salir con gran alegría para la mayor parte de peruanos por terminar una cuarentena de más de cien días y con mucha reserva de parte de otro cauteloso sector más reducido de personas, que temen un rebrote y el avance incontenible del Covid-19.
El pueblo trabajador que vive el día a día es el que exigió el fin de la cuarentena para ganarse un salario, con el que pueda subsistir sus familias sin percatarse bien de la penosa realidad, al informarnos que nuestra patria con 312,011 casos positivos, ocupa el 5° lugar entre más de dos centenares de países del mundo y el 10° lugar por el número de fallecidos a causa de Covid.19 con 11,133 muertos.
La estrategia para enfrentar esta pandemia, se vio erosionada por un sistema de salud ya colapsado, por la activa participación de la corrupción en todos los espacios donde se hacían y compras sin licitación por encontrarnos de estado de emergencia, que permitió a los carroñeros satisfacer en parte su voraz deseo de apropiarse de los dineros público.
La divergencias políticas no pueden desviar la atención al flagelo que arrebata cada día centenares de vidas de nuestros seres queridos, más bien ahora debemos centrar nuestra atención en la calidad de servicio que se da a los pacientes Covid-19, exigir idoneidad de los responsables en gobiernos regionales y municipales, apartar por incompetencia a funcionarios para sustituirlos por otros que trabajen con más voluntad para ayudar a contener la expansión del Covid-19.
De otra parte quienes queremos mantener nuestra población sin cuarentenas, obliguemos a los irresponsables acatar los protocolos preventivos porque de esa manera se protege al resto de la población y así mismos y todos aspiremos al trabajo honesto para reactivar nuestra economía en actual recesión.