Amor es amor

Por: Katty Martinez Rodas

Hace algunos años formé mi propia familia, encontré mi compañero de vida y desde entonces hemos seguido creciendo, con altos y bajos, siempre firmes en la convicción que no necesitamos un papel de ninguna municipalidad que certifique el amor y compromiso que nos tenemos, tampoco hemos querido ningún tipo de bendición de algún representante de dios para sabernos familia, y estar siempre agradecidos de tenernos.  A pesar de que siempre me preguntan si me pienso casar para formar una familia, mi respuesta es la misma: ya tengo una familia, y cada día reafirmamos nuestro compromiso al elegir seguir juntos, acompañarnos y sostenernos en el camino. Por supuesto, hablo y vivo según los privilegios que tengo, en especial porque cuando voy de la mano con él, nadie duda que es mi pareja, mi novio o esposo, nadie me señala o murmulla a nuestras espaldas si decido besarlo mientras paseamos o si simplemente él me abraza, ningún extraño se acerca a decirnos cosas discriminatorias, llenas de ignorancia y odio. Lastimosamente, este es un privilegio que no todos y todas tenemos, muchos de mis amigos más cercanos, no pueden ir con su pareja a donde se les plazca, mucho menos casarse, ni qué decir de tener un hijo.

Son muchos los derechos que hasta el momento se les niega a las personas de la comunidad LGTBIQ, aún es un escándalo encontrar una pareja besándose, aún tenemos noticias de personas que fueron discriminados de alguna forma en lugares públicos, aún usamos con asco la palabra “maricón” para llamar a alguien cobarde, o “machona” para referirse a mujeres lesbianas o que no entran en el estándar femenino que los fundamentalistas nos han aleccionado. Nada más alejado de la realidad porque no sé una forma menos cobarde de vivir que ser una (o) misma (o) aunque al resto no le parezca.

A pesar de tantas trabas, incoherencias y estigmas de nuestra aun cucufata sociedad, ayer empecé el año con la grata sorpresa que dos amigas van a casarse, celebrarán su amor, y reafirmarán su valentía y esperanza de un futuro juntas. Aunque a la gente le apeste, ellas serán esposas, aunque tengan que irse a otro país para hacerlo, ellas son las personas más valientes del 2020 para mí, porque en un lugar tan lleno de odio van a sembrar un poco de amor.

No conozco nada más esperanzador que una unión tan hermosa como la de ellas, su ejemplo y fortaleza son siempre un signo de que esta sociedad no está perdida. Es cierto que nuestro país no reconoce aún el matrimonio igualitario, pero hasta un ciego puede reconocer el amor que ellas se tienen y la luz llena de bondad, paciencia, amor y valentía que de su relación emanan.  Gracias por ser ustedes, amigas, gracias por iniciar el año de la mejor manera con la revolución hermosa que el amor es amor.

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